Arte y Espectáculos

Soledad Curien: “No soy virtuosa, sí soy una baterista que toca con pasión”

Fue parte de Mar del Plata Jazz Ensmble. Ahora lidera Soledad Curien Jazz Qwartet. Desde la batería, derriba prejuicios y apuesta a un acompañamiento activo. La fusión entre el caos y la escucha.

“Estoy convencida: cada músico toca como es”. Pareciera que hablara de ella misma. Y sí, lo hace, habla de su experiencia como baterista de jazz y rock y de su experiencia como humana lidiando con todas las cosas del mundo. Soledad Curien no tiene prejuicio en mostrarse sincera: “Soy desprolija en mi vida y eso lo transmito, a veces toco muy desprolijamente, si hago un solo lo hago desprolijo, no es tan técnico o por ahí subo el volumen y eso tiene que ver con como soy en mi vida, soy atropellada, me llevo el mundo por delante”.

Más que un disvalor, esta baterista que fue parte de la ya legandaria Mar del Plata Jazz Ensamble y que ahora lidera su propio grupo de jazz, dice que esa manera tan personal de moverse tiene que ver con su esencia. “Convivo con ello, trato de mejorar o de no ser tan desprolija, pero soy caótica”, amplía a LA CAPITAL.

En un género como el jazz, en el que predominan músicos varones y las mujeres, si están, ocupan el lugar de vocalista, se sintió atraída por la batería, desde los años en que vivía en la ciudad de Lobería, era adolescente y tocaba en la banda de su papá. Detrás de los platillos, del bombo, menudita, Soledad disfruta, como entonces, del seguimiento inteligente.

“No hay nada más placentero que acompañar un solo pero escuchándolo, muchos bateristas tocan y están pensando en qué rulo van a hacer, qué solo van a hacer y se pierden lo que el saxofonista o el bajo o la trompeta estén haciendo -explica-. Si vos te metés en lo que está comunicando el saxo, por ejemplo, seguro que tocás mejor, porque vas a ir envolviendo, vas escribiendo una frase con el músico que va improvisando, incluso cuando llega la hora de hacer el solo, si el baterista está adentro de la canción va a ser más exquisito”.

Habla ligero y pone el acento en la palabra escuchar, como si allí estuviera la clave de su rol de percusionista. “No soy virtuosa, sí soy una baterista que toca con pasión y que escucha, que le gusta escuchar, me gusta el disfrute total, del músico que tengo al lado, de la persona que está escuchando y de mi, obviamente”, precisa.

Sin embargo, agudizar la escucha no supone tener un rol pasivo en el seno de cada grupo del que fue parte. Antes sentía que “las decisiones musicales pasaban por ellos”, esos otros compañeros que, desde otros instrumentos, marcaban el tenor de cada arreglo. Hasta que “empecé a meterme”, cuenta. “Empecé a tomar decisiones musicales, a decir ‘este tema sí, este tema no, podemos hacer este arreglo acá o acá no’. Y me di cuenta de que me ellos me empezaron a escuchar”, se refiere a los músicos varones. Y otra vez la escucha. “Tiene que ver con mi seguridad, yo toco pero no estoy solo para acompañarte nada más, estoy para meter mis ideas”, defiende su lugar activo.

A los 45, Soledad acaba de organizar el Festival Jazz en Abril, el clásico encuentro de jazzeros que tenía a su cargo el músico Oscar “Ferio” Espinosa y que, tras su muerte en 2016, pasó a estar gestionado por ella y por un hijo de “Ferio”. “Este festival es una marca registrada que no podía terminar, yo no concibo que no esté más este fesitval al que viene gente de Buenos Aires, de La Plata y de tantos lados, es imposible”, explica sobre las causas que la llevaron a ponerse al hombro la gestión del encuentro.

-Como baterista ¿aportás algo distinto al hombre?

-La mujer le da un plus de sensualidad. Músicos como Prince eligieron a mujeres bateristas, hay una cuestión diferente, sale algo diferente al tocar una mujer, no se si es en el gesto, es una calidez. Lo escuché hablar a Prince de ésto. Decía que había algo que entregaba la mujer en el instrumento que no se lo entregaba un hombre y creo que tiene razón.

-¿Por qué la batería es, históricamente, lugar de hombres?

-Por una cuestión de postura, de fuerza, aunque hay muchas mujeres que tocan más fuerte que cualquier hombre. O por una cuestión de postura, de estar sentada con las piernas abiertas. No sé. Creo que tiene que ver con el movimiento, no es lo mismo tocar un violín o una guitarra que estar en la batería, por ahí para nuestra cultura es tosco, bruto ver a una mujer en la batería, pero a mi no me dio miedo. Nunca tuve ese prejuicio.

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